EL «PEAJE» DE DORÁNGEL

No es nada nuevo, el caos es permanente. Es tan rutinario que ya parece normal. Es uno de los desvíos viales más utilizados entre los municipios San Cristóbal y Cárdenas: el distribuidor que desde la Avenida «Antonio José de Sucre», sale a la Machirí o viceversa, allí está el dolor de cabeza de los conductores.

Debajo del Puente de Táriba, dónde vivía Dorángel Vargas, el mal llamado «comegente», se pasa a riesgo.

Se le llama: «El Peaje de Dorángel», sólo el trabajo voluntario de unos «paleros» quiénes intentan mantener con tierra y piedra, un canal para vehículos pequeños, los grandes, deben pasar por la «laguna».

Moisés Rosales, la historia viva del «peaje» de Dorángel, relata que está desempleado, la vida se la gana como palero y allí, vive de la colaboración de los conductores, a quienes ayuda a cruzar el desvío con un poco más de seguridad, aunque para él no es fácil, pues hasta hongos en los pies ha tenido, por estar en esa agua estancada.

Por su parte, Jorge Orlando Arenas, destaca que como palero, le toca trabajar hasta los domingos, «porque esto, está muy difícil, pero nos gusta ayudar a que los conductores pasen con el mantenimiento que le hacemos al tramo».

También comentaron los dos ciudadanos, en medio de tal emergencia, cómo llegaron a uno de los lugares más «tenebrosos» de los años 1998 y 1999, cuando se conoció la estremecedora historia de Dorángel Vargas, el hombre que vivía en la indigencia y a quien se le atribuyó que se comió a sus víctimas.

Sandra Rondón
CNP 10.084

Deja un comentario